
Carboneras es un ejemplo de cómo una localidad ha sido capaz de conservar su más significativo monumento justo en el centro de su actividad y hacer crecido de manera concéntrica a partir de él.
Justo frente al Ayuntamiento, mirándose cara a cara con él y asomándose hacia el mar y a la isla del mismo nombre, el Castillo de San Andrés, que durante años clamó por una remodelación, es el pulmón cultura, patrimonial e histórico del municipio.
Así es hoy y así lo fue anteriormente, puesto que Carboneras creció alrededor de su castillo que, según relata la historia oficial, fue mandado construir por Felipe II al entonces Marqués del Carpio, Diego López de Haro, allá por 1559. El objetivo era muy claro: la costa mediterránea española vivía recuentes incursiones de piratas berberiscos, que provocaban no pocos perjuicios a las poblaciones de la zona.
Además, los nobles habían pedido ayuda al monarca para contener las insurrecciones moriscas y la respuesta fue el encargo y financiación de diferentes construcciones defensivas, entre ellas este Castillo de San Andrés.
El Marqués del Carpio mandó levantar una fortificación que constaba de tres torres cilíndricas, junto a la gran torre cuadrada de tres plantas.
Hoy el castillo es visitable y acoge diversas actividades culturales, desde exposiciones hasta representaciones y eventos, aunque durante años permaneció desaprovechado y además en un estado de considerable deterioro.
Carboneras ya existía antes de la construcción del castillo: aparece en diversos textos y con distintos nombres en el siglo XIV, desde Carbonera hasta Carbonayrola aunque no será hasta esta iniciativa de la construcción del castillo cuando se consolide su trayectoria como población.
Es el propio Marqués del Carpio su principal impulsor, integrado en el partido de Vera, del que posteriormente pasó al de Sorbas y, en el segundo cuarto del siglo XIX, considerado independiente y término municipal propio.
Por orden del rey
Las primeras referencias escritas y contrastadas datan de 1584, en una relación de Hurtado de Mendoza que refleja el encargo de Felipe II, años antes, para la construcción de una torre de 28 pies en cuadro y 45 de alto, con presupuesto de 3.000 ducados.
Tres años después, al propio marqués le era concedida una Real Cédula que le autorizaba a hacer la torre fuerte, así como una dotación de artillerías y armas y otra de efectivos militares, desde soldados y artilleros hasta un alcaide, a fin de poder defender la construcción y el territorio costero que la circundaba.
La edificación tuvo numerosos problemas e incluso se llegó a paralizar, quedándose sin efecto las órdenes del rey de utilizarla como defensa y sin llegar a comenzar su labor los efectivos destinados.
Sin embargo, a comienzos del XVII, la torre forma parte del dispositivo defensivo del litoral del Reino de Granada, a pesar de que aún quedaban muchos años para su conclusión definitiva.
Es más, 20 años después, en 1621, al encargo le restaban 44.000 reales de vellón para alcanzar el final y carecía de instrumentos defensivos de consideración: poca artillería, inexistencia de artillero y municiones y ausencia de una estructura formal para ser considerada una fortificación defensiva como las que ya funcionaban.
El proyecto, tras dos tercios de siglo, en 1627, encaraba su recta final y el marqués obtenía la facultad de nombramientos: un teniente de alcalde al frente de una guarnición de 26 personas, con un artillero, un capellán y un caporal.
Las obras no estaban terminadas y la dotación no era aún terminada, pero el Castillo comenzó una vida cotidiana a expensas del encargo de su finalización. Será en 1740 cuando Luis Fernández de Córdoba lo dotará con un capitán, un alférez, un sargento, un cabo, un tambor y 22 soldados, aunque tres años después, Felipe Crame señalaba que la fortificación continuaba sin terminar.
Consideró que, por su utilidad, se debía de reparar y concluir dicha Torre del Homenaje. El plan de 1740 de Luis Fernández de Córdoba dotaba el Castillo de San Andrés de la Carbonera con un capitán, un alférez, un sargento, un cabo, un tambor y 22 soldados. En el informe redactado en 1743 por Felipe Crame señaló que esta fortificación, perteneciente al Marqués del Carpio o de Chilches, se hallaba inconclusa.
Paso a paso fue obteniendo su forma definitiva, aunque luego pasó años sin uso. En 2013, concluía la restauración del Castillo de San Andrés, en tiempos conocido como ‘de San Andrés de las Carboneras’, hoy museo, sala de exposición y escenario de actuaciones culturales.